domingo, 2 de octubre de 2011

love


Aquello era una locura. Miles de ideas se apoderaron de mi mente cuando sentí sus labios sobre los mios y ninguna llegaba tan clara como para poderla tener en cuenta. En torno a nosotros giraba el anhelo, posesión, la furia, causa de haber retenido nuestros sentimientos tanto tiempo (los cuales al final habían salido a la superficie en forma de un torrente de emociones indescrifrables). Jaime me apresaba con su cuerpo, pero entre las lineas de sus besos se podía leer perfectamente el deseo y la pasión que le sugería su amor, resucitado tal vez por la tensión que habíamos vivido en aquellos días. Nuestros corazones se abrazaron, se equilibraron para hacernos vivir con un solo latido.

Su pelo me hacía cosquillas en la frente y su respiración contenida unos segundos me rozó cálida las mejillas. Quiero creer que no todas las cosas buenas se acaban, pero en aquel momento, quizás por un reloj que marcó una hora punta, quizás un crujido de la madera, quizás un soplo de aire más alto de lo normal en el jardín... supe que aquello no estaba bien.

A lo mejor pense que él estaba cegado por tanto tiempo sin tocarme, sin tenerme... o a lo mejor lo necesitaba tanto como yo. No lo sé, pero intenté separarle, poniendo mis manos entre los dos, como un tope infranqueable. Lástima que no lo fuera. En un instante mis manos fueron aferradas por las suyas y alejadas de mi punto de mira. Y ahí estaba yo, dejandome llevar por lo que quería, no sin saber que si aquello terminaba bien... yo debía confesar que lo amaba irremediablemente.




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